martes, 7 de mayo de 2013

LA NADA

 

La nada en el hombre es el vacio del alma que le lleva a la desazón y parálisis interior, como forma de no aceptar la realidad y huir de ella hacia a puerto de llegada que nunca se alcanza. Es el autoengaño no admitido, que intenta encubrir con ilusorios fuegos y juegos de artificio que, a la postre, sólo conducen a la permanente insatisfacción de la que se pretende escapar en errática carrera.

El no hallarse en paz consigo mismo le conduce a intentar hallarla fuera de sí, y tras sucesivos desengaños le viene la desolación cuando, en la soledad, se encuentra con su conciencia si en un momento de franqueza opta por darle paso, escucharla y ver el sentido que ha dado a su vida.

Y es que el hombre, cuando prescinde de lo trascendente y olvida las posibilidades que tiene para sobreponerse de las adversidades y salir a flote de las mismas, renuncia al caudal de facultades que acrecientan la autoestima y la superación constante, ahoga el alma y se zambulle en la nada.

La nada no es el medio ni el fin, simplemente es nada. Algo preexistente al hombre, a su vez creada por Alguien que quiso que el hombre la sustituyera, y con su inteligencia y libertad gozara responsablemente, como criatura predilecta del universo, de la vida a la que fue llamado. Deleite que no halla cuando quiere buscar refugio en los torcidos caminos que le llevan a la nada, a ese vacio que se produce cuando no se aspira a bienes superiores ni a los nobles y elevados ideales.

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