lunes, 27 de mayo de 2013

LOS “ LOBOS SOLITARIOS “ Y EL DEBER CÍVICO ANTE EL TERRORISMO.

 

Criminales sucesos, como los recientes de Boston, Londres y París, han hecho saltar la alarma social sobre esa modalidad del terrorismo islamista llevada a cabo por los denominados " lobos solitarios ", que no es privativa de tal fundamentalismo extremo. Próxima en el tiempo tenemos la matanza en Noruega, perpetrada contra sus connacionales por el empanado mental y racista  Brevik, y un tanto más alejadas las realizadas  en USA y otras partes invocando la superioridad de la raza blanca. Sea por un motivo o por otro, por increíbles e injustificados que nos parezcan y sean, han ido salpicando con el terror mediante pautas de actuación que no se ajustan a lo que se entiende por terrorismo organizado y jerarquizado.

Actualmente, en Occidente y debido a la pública amenaza reiteradamente efectuada por "Al Qaeda " y sus franquicias, se ha añadido a la preocupación que por ello se tiene, fundamentada en masacres conocidas por todos, la derivada por los larvados y desconocidos " lobos solitarios " islamistas con los que compartimos vecindad o nos cruzamos en las calles, sin desdeñar el también potencial peligro de los zumbados " nuestros ".

Ese temor puede llevar a recelar del " otro ", y a confiarnos con el " nuestro " que simplemente nos resulta raro. Y como no se puede estar en constante tensión ni inquiriéndonos sobre ciertas rarezas, no cabe más opción que confiar en los que tienen por misión el protegernos, colaborar con ellos y comunicarles toda sospecha o duda razonables que nos sobrevenga, ya sea sobre el " otro" o el " nuestro". Eso se llama deber cívico. El desentenderse de él, el cómodo y egoísta latiguillo de " no meterse en líos", puede acarrear funestas consecuencias para otros o para uno mismo que, en otro caso, probablemente podrían ser evitadas. Ese deber es más exigible para todos aquellos que ejercen una función pública, aunque no sea la específica de seguridad, pues están para servir a la sociedad y para ello cobran del Estado con los impuestos que pagamos.

No se trata de crear un Estado policial, sino de promover la conciencia de coadyuvar a vivir en paz, seguridad y libertad, que es lo que toda gente de bien desea para sí y para los demás. No se puede ejercer la libertad sin una seguridad que la garantice, y la paz que deseamos es la de la tranquila convivencia y no la del cementerio a la que nos quieren enviar los terroristas, sean " lobos solitarios" o hienas en manada.

Corresponde a los servicios de inteligencia detectar a los " malos " y prevenir para que no actúen, combinando medios tradicionales, modernas técnicas e intercambio de información. El acercamiento a potenciales terroristas para intentar su colaboración, es una peligrosa arma de doble filo que, a menudo, resulta rana cuando se está ante el irredento fanatismo. Si no hay certeza de su buena predisposición, lo mejor sería, en cuanto a los " otros", tirar por el camino de en medio, largarlos; cuanto más lejos, mejor, sin dejar de estar con el ojo avizor. El inconveniente es, en Occidente y para ciertos casos, la excesiva magnanimidad legislativa para quienes no son acreedores a ella. A los " nuestros " no nos queda más remedio que apechugar con ellos y no perderlos de vista.

En cualquier caso, al terror hay que plantarle cara y, sin dar cobijo al miedo ni a la paranoia, todos podemos hacer algo por intentar erradicarlo. Al menos, posicionándonos públicamente en contra de él, colaborando con las Autoridades- abierta o reservadamente- y siempre estando al lado de las víctimas.

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