lunes, 23 de septiembre de 2013

EN TIEMPOS DE TRIBULACIÓN, CONTINUIDAD DEL REY.

 

Con motivo de la operación quirúrgica que se realizará mañana al Rey en el madrileño Hospital Universitario Quirón, a causa de infección en la prótesis de cadera, nuevamente se han empeñado algunos en abrir debate sobre la abdicación real. El comunista Cayo Lara ha insistido, en su pesadez, sobre un referéndum que plantee la cuestión Monarquía o República, y reprochaba que Don Juan Carlos fuera intervenido en un centro privado en vez de en uno de los de la sanidad pública. El Secretario General del Partido Socialista, Pérez Rubalcaba, de normal respetuoso con la Corona, ha dicho que hubiera preferido que se realizase en un hospital de la red pública.

A la improcedencia de la abdicación le dedicamos una entrada el 29 de Enero del año en curso, a la que nos remitimos. Diversas circunstancias, que a nuestro parecer subsisten, la desaconsejaban. No se han resuelto aún los efectos de la crisis económica ni el paro, los desafíos secesionistas se han envalentonado y el horizonte penal de múltiples corrupciones y sus salpicaduras políticas e institucionales, entre éstas la que ha dañado la imagen de la Familia Real por el asunto en el que aparece encausado el yerno del Rey, aún no está despejado.

Pero volviendo al inicio hay que insistir en que la abdicación, si se formalizase en el futuro, sería cuando el Rey lo estimase oportuno por el bien de España, de cuya unidad es garante. El mero hecho de una disfuncionalidad física no es causa, ni estamos ante un supuesto por el que las Cortes deban declarar la incapacitación. El Rey, a Dios gracias, pese a sus dolencias mantiene intacta su lucidez mental y la firme determinación de seguir sirviendo a España; algo que duele y molesta a algunos acérrimos republicanos empeñados en ser iconoclastas de la Monarquía. Como suelen ser descreídos no les vale el consejo ignaciano de " en tiempos de tribulación, no hacer mudanza"

En cuanto al centro hospitalario elegido para serle practicada la operación es un asunto que le incumbe a él, sopesando las indicaciones médicas y otras circunstancias, entre ellas las de la seguridad. Es indecente y demagógico cuestionarle el derecho que tiene a optar por uno u otro tipo de centro. Él sabe las razones que le asisten y, como mínimo, es acreedor a la comprensión y respeto que merece todo enfermo. Por nuestra parte le deseamos que todo salga bien y una pronta recuperación.

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