EL RECONOCIMIENTO DEL ESTADO PALESTINO.

 

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Debería ser oportuno, al menos por prudencia y no crear recelos y posibles desencuentros con el Estado israelí- que es un importante muro de contención para frenar la amenaza terrorista yihadista del Oriente Medio contra Occidente-, que España aparcara el reconocimiento del Estado palestino hasta que se produjera un definitivo y constatado acuerdo de paz entre ambas partes, Israel y la Autoridad palestina. Varias veces los emisarios palestinos han roto los intentos para conseguirlo, reanudándose las hostilidades, que duran años, desatándose el conocido fenómeno violento de acción-reacción.

El último atentado terrorista contra Israel fue cometido anteayer en el interior de una sinagoga de Jerusalén, donde a discreción fueron tiroteados y apuñalados los judíos que se encontraban en su interior, resultando varios muertos y heridos. Los dos terroristas atacantes fueron abatidos por la policía israelí, y la organización terrorista Hamas celebraba la acción terrorista, al igual que grupos de palestinos en las calles. Lógicamente, la reacción israelí de castigo no tardará en producirse.

Aunque los palestinos tienen derecho a tener su propio Estado, es necesario que primeramente se pongan de acuerdo entre ellos. Hamas representa uno de los principales obstáculos- por su actividad armada y sus divergencias tácticas y estratégicas con la Autoridad palestina- para renunciar a la violencia, reanudar de buena fe el diálogo con Israel y concretar las bases para la formación de un Estado palestino viable.

En el Congreso de los Diputados se votó ayer instar al Gobierno de la Nación para que reconozca, bajo ciertas condiciones, el Estado palestino. En la Unión Europea se está planteando esta cuestión; Suecia y algunas otras naciones ya lo han reconocido. Juegos florales, algunos interesados, cuando los primeros preocupados en reconocerse y respetarse deberían ser Israel y los palestinos. Sin la voluntad de ambas partes por alcanzar la paz, cediendo cada una lo que deba para preservar su seguridad, pacífica convivencia y el recíproco reconocimiento, los gestos europeos serán inoperantes. Ello no obsta a las mediaciones que puedan realizarse para conseguirlo.