Arran, organización juvenil de la CUP, formación política independentista y de extrema izquierda, está protagonizando ataques contra el turismo en Barcelona: asalto de un autobús turístico, pinchazo de sus ruedas y las de las bicicletas de paseo que suelen utilizar los turistas, letreros y pancartas “ invitándoles” que se vayan a sus países de origen, etc. Se dicen catalanes, pero ponen en riesgo los cuantiosos ingresos que genera el turismo en Cataluña. La CUP los defiende y justifica a sus cachorros.
Hay que ser descerebrados para ejecutar dichos actos vandálicos, impulsarlos y defenderlos. Pero así es esta escoria de la sociedad; todo les vale para atacar los intereses de España, y Cataluña, a pesar de tal gentuza, forma parte de la misma. Arran ha desplegado también su locura antiturística en Palma de Mallorca: asaltos a restaurantes, incendio de bengalas ante los yates, manifestaciones, etc.
Una cosa es regular las actividades turísticas para aumentar la calidad de los servicios, evitar las molestias incívicas, que en determinados enclaves causan algunos de los jóvenes que vacacionan, controlar los casos debidamente justificados de sobresaturación, etc., y otra, muy distinta, es querer “ matar la gallina de los huevos de oro”. El turismo aporta cuantiosos ingresos al PIB, crea miles y miles de puestos de trabajo, merece ser tratado con esmero y corregir sus posibles disfunciones; pero, como se ha dicho, hay quienes, actuando salvajemente, empañan la imagen de España. su tradicional hospitalidad y podrían hacer mermar una parte muy importante de nuestra economía. Que no se salgan con la suya.
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