Tenía que ocurrir algún día; fuera en Barcelona, Cambrils o en alguna otra ciudad española. El terrorismo islamista lo había anunciado reiteradamente, lanzando su amenaza criminal al “ infiel “ mundo occidental, en muchos de cuyos países ha llevado a cabo su odio asesino. Sus víctimas son también los “ apóstatas”: los musulmanes que no siguen la interpretación extremista y descabellada del Islam, que en los últimos años quiere imponer el ISIS.
Aunque esperado, surge la indignación y el estupor cuando actúa esta barbarie terrorista. Nos tenemos que acostumbrar a la misma, que seguirá; y apoyar a las Fuerzas de Seguridad y los servicios de Inteligencia, que tienen como prioridad la prevención y el combate contra dicha lacra, aplicándose en España con eficacia encomiable; aunque la seguridad total nunca se puede garantizar. Es imprescindible también la colaboración internacional y que la Justicia se pronuncie con el máximo rigor. Los 5 terroristas abatidos en Cambrils, no podrán ya perpetrar más crímenes, ni captar y adoctrinar a potenciales yihadistas. En el más allá no encontrarán miel ni dátiles, como tampoco las doncellas vírgenes de las que les hablaron,
Pasados los primeros días después de la consternación, no cabe el olvido ni bajar la guardia. Al dolor de toda España, compartiendo el de su querida Cataluña, debe seguir la unidad de acción contra el terrorismo islamista. A la misma deben sumarse las comunidades musulmanas llamadas moderadas; no sólo con condenas, sino también manifestándose en las calles y denunciando, aunque con discreción, a las Autoridades los indicios de radicalismo que intuyen o detectan.
La lucha será larga y cruenta, pero el ánimo debe estar preparado para vencer. Todos estamos llamados a afrontar tan difícil reto.
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