Muchas gente, durante el verano, suele acudir a las piscinas públicas para introducirse en las mismas, refrescarse y chapotear en el agua. Pero lo que es nadar y hacer unos largos es harto dificultoso, debido a la cantidad de bañistas y los jueguecillos con la pelotita con los que algunos niños y mayores se entretienen en el agua, pese a los carteles prohibitivos al respecto. Los avisos advierten también, por razones higiénicas, que hay que ducharse antes de entrar en la piscina, pero también son ignorados por algunos o simulan que sí lo hacen.
La falta de civismo e inobservancia de las más elementales pautas de comportamiento, determinó que se colocaran visiblemente tales rótulos y otros similares, prohibiéndose igualmente orinar o entrar en el agua con vestidos o ropas distintas a las usadas para el baño, así como entrar en el recinto cuando está ya cerrado.
Pese a tales avisos, según noticias difundidas, se han tenido que cerrar temporalmente algunas piscinas públicas, al objeto de vaciar el agua contenida en ellas y proceder a su limpieza y desinfección, por los orines y suciedades detectadas, incluso ligeras defecaciones flotantes. Se han producido también asaltos nocturnos, daños y enfrentamientos con el personal encargado de la seguridad.
La mayoría de los usuarios se comporta responsablemente, mas se ven expuestos a las incomodidades y desaguisados que “ causa un puñado “ de gente incívica. Los espacios públicos son para el goce común, no debiendo servir para que unos pocos asilvestrados campen a sus anchas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario