lunes, 8 de julio de 2019

“ DÍA DEL ORGULLO “

En su inmensa mayoría, el pueblo español no es homófobo. La condición de gay o lesbiana se acepta con naturalidad, no afectando al respeto y consideración cívica que se les presta por los heterosexuales. Al respecto, se puede afirmar que nuestro país es comprensivo con el reconocimiento a la diversidad de la orientación sexual y al sentimiento biopsicológico de la propia identidad personal, no respondiendo a este sentir general las rechazables actitudes homofóbicas, que eventualmente se protagonizan.

En los cambios sociales y avances en la aceptación de dicha realidad, desapareciendo viejos prejuicios y con cambios de mentalidades, han sido decisivos los pasos dados en materia de libertad, tolerancia y respeto al hecho diferencial, reclamados desde diversos ámbitos. En la esfera de lo privado, cualquiera que sea la tendencia, no deben producirse intromisiones ni descalificaciones; lo que no obsta para exigir que se guarde el decoro y la decencia en sus expresiones públicas.

En las distintas manifestaciones del “ Día del Orgullo “, especialmente en la de Madrid, se han rebasado por bastantes participantes los límites del buen gusto- basta ver las grabaciones difundidas-, protagonizándose exhibicionismos obscenos y escandalosos, y convirtiéndose parcialmente en una especie de carnaval provocador y pornográfico; llegando algunos intolerantes a insultar y lanzar objetos contra los militantes del partido Ciudadanos, que pretendían legítimamente sumarse al evento, viéndose obligados a abandonar el desfile, escoltados por la policía para preservar su integridad física.

En fin, triste y bochornoso espectáculo. Es lo que pasa cuando una conmemoración, como la del Orgullo, se pervierte por motivaciones políticas y exhibiciones impúdicas. Sorprende que no existan límites para asegurar comportamientos correctos y se haya permitido el estallido del odio ideológico.

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