No es necesario acudir a los politólogos para 
saber que España está mal y va a peor. Por donde se mire no se ve un atisbo de 
esperanza y alegría. Los cantos son sólo de melancolía, desengaño y pesar. El 
Gobierno provoca la confrontación y la división, hurgando en las llagas causadas por él. El presidente no 
le dice “ ¡ basta ! “ a Pablo Iglesias, ni lo aleja de sí, dejándole que vaya 
por libre, en pugna con otros ministros y entrometiéndose en lo que no le 
compete. Iglesias actúa como el matón del “Saloon” de las películas del Western, 
disparando a capricho y destrozando hasta el piano del bar. El “sheriff “ 
Sánchez no va a su encuentro para reducirle; permanece impasible balanceándose 
en la mecedora, por lo que surge la pregunta: ¿ Es por continuar en el balanceo, 
por ser su pistolero preferido, por temerle o porque ambos planificaron el 
asalto a la diligencia ?
El caso es que el poblado, desprotegido y 
avasallado, ha alzado la voz en contra de los desmanes. Hastiado de salteadores, 
quiere paz, tranquilidad y pan. Las campanas de la Iglesia tañen a duelo.
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