Es muy posible que en la cercana Navidad sigan muchas restricciones a causa de la maldita pandemia, que limiten o prohíban actos de diversa índole y afecten también a las reuniones familiares. Si ello sucede, como es previsible, aceptémoslo con resignación y pensemos que muchos otros estarán peor, sea confinados en sus casas, hospitalizados o en trance de morir. No olvidemos el sacrificio de los sanitarios que cuidan a los enfermos, ni a los demás profesionales y voluntarios que seguirán dando lo mejor de sí en beneficio de la sociedad y de los más necesitados.
La nostalgia de otros tiempos mejores y el
recuerdo de los fallecidos estarán presentes. Colaboremos en las diversas
iniciativas para proporcionar alimentos a los que carecen de ellos.
Contribuyamos a aliviar la soledad, en especial la de los ancianos. Abramos el
corazón para que el Niño-Jesús nazca arropado por el Amor. Que no falte el
Belén, aunque sea humilde, en nuestras casas, o la sola figurita del Niño-Dios.
Nació para todos, sin distinción de razas ni condiciones. ¡ En Él está nuestra
esperanza y salvación !
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