lunes, 30 de noviembre de 2020

PULSO ENTRE EL BIEN Y EL MAL

  

 
 
En la vida hay un pulso constante entre el bien y el mal. El resultado final depende de nosotros, personal y colectivamente. El discernimiento nos hace ver dónde residen, permitiendo ir libremente en pos del uno o del otro. Pero a menudo la señal que indica el camino es engañosa y nos marca la dirección contraria. De ahí la importancia de buscar el trayecto que nos lleve al destino preferido.
 
Cada persona es un mundo único, diverso, complejo y con porciones de maldad y bondad, resultando extremadamente difícil  alcanzar la perfección, aunque no hay que cesar por aproximarse a ella. En los diferentes conjuntos sociales y en sus dirigentes suelen darse también ambas tendencias, y el hecho de que prospere una u otra depende de nuestra aquiescencia o rechazo, para lo que hay que tener en cuenta los fines perseguidos y los medios empleados para lograrlos, así como si las palabras se corresponden con los hechos. La experiencia personal y el conocimiento del pasado pueden servir de orientación para el discernimiento y la elección.
 
Trasladando lo anterior al ámbito político, lo prudente y aconsejable es elegir por lo bueno o lo menos malo, por lo que favorece o perjudica menos al bien común. Queda reservado a la conciencia de cada cual decidirse por qué plato de la balanza apuesta.

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