El fallecimiento de Maradona ha causado gran
consternación en su país natal, Argentina, y entre la gente de todo el mundo
aficionada al futbol, así como en los profesionales del mismo. Unos y otros
coinciden en que fue uno de los mejores futbolistas habidos en todos los
tiempos. Así debe de ser cuando hay tanta unanimidad en el reconocimiento
profesional citado, por lo que nos sumamos al mismo desde nuestra ignorancia en
la materia, al propio tiempo que deseamos que D. E. P. y que Dios le acoja en la
Gloria.
Nacido pobre, se abrió camino en su vocación, el
futbol, cosechando triunfos, riqueza y admiración. Pero, como ha ocurrido con
algunos otros, que saltaron de la nada al estrellato, él también se vio atrapado
por el desenfreno en diversas adicciones, que paulatinamente fueron mermando su
salud, convirtiendo al ídolo y héroe admirado por todos en su propia
autodestrucción personal. No obstante, nunca se le borró la aureola de campeón.
Intentó varias veces desengancharse de las drogas, pero éstas fueron más fuertes
que su voluntad. No sabemos si últimamente lo consiguió. Que sus adicciones insanas sirvan de advertencia para no iniciarse en ellas, pues una
vez que se cae en sus redes es muy difícil librarse de las
mismas.
Queda el recuerdo del futbolista grandioso que
fue. Maradona ha entrado ya en el Olimpo de los deportistas extraordinarios. La
historia futbolística lo reseña con letras de oro. ¡ Vuela, asciende al Paraíso, Diego Armando Maradona, que los
ángeles celestiales te guíen !
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