No hay vacuna que nos proteja del presidente Pedro Sánchez. El virus de su prepotencia y autoritarismo ha infectado a la sociedad. Menosprecia a quienes le critican, ahoga las voces de los que le votaron y ahora disienten de él, hace lo que le viene en gana, generando crispación y división. Pero sigue en sus trece, apretando cada vez más el rodillo y el tornillo, sin mostrar un ápice de autocrítica y creyéndose que está por encima del bien y del mal. Finge humildad y presume de transparencia, cuando es la personificación de la soberbia y la oscuridad.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
viernes, 1 de enero de 2021
EL VIRUS MONCLOVITA
Siendo el peor presidente de la Democracia, se
cree el mejor e insustituible. Se recrea ante el espejo viendo su apolínea
estampa, pasando por alto la ruina que va sembrando en cada paso que da. Se
considera un gran líder político europeo, cuando no pasa de ser el botones de
los que realmente lo son. Después del discurso ejemplar del Rey en Nochebuena,
no quiso ser menos que Su Majestad. Tenía que decir la última palabra,
haciéndolo pocos días después, en lo que que calificó de rendición de cuentas
del primer año de su gobierno, que quedó reducida al autobombo.
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