viernes, 1 de enero de 2021

EL VIRUS MONCLOVITA

 No hay vacuna que nos proteja del presidente Pedro Sánchez. El virus de su prepotencia y autoritarismo ha infectado a la sociedad. Menosprecia a quienes le critican, ahoga las voces de los que le votaron y ahora disienten de él, hace lo que le viene en gana, generando crispación y división. Pero sigue en sus trece, apretando cada vez más el rodillo y el tornillo, sin mostrar un ápice de autocrítica y creyéndose que está por encima del bien y del mal. Finge humildad y presume de transparencia, cuando es la personificación de la soberbia y la oscuridad.

 
Siendo el peor presidente de la Democracia, se cree el mejor e insustituible. Se recrea ante el espejo viendo su apolínea estampa, pasando por alto la ruina que va sembrando en cada paso que da. Se considera un gran líder político europeo, cuando no pasa de ser el botones de los que realmente lo son. Después del discurso ejemplar del Rey en Nochebuena, no quiso ser menos que Su Majestad. Tenía que decir la última palabra, haciéndolo pocos días después, en lo que que calificó de rendición de cuentas del primer año de su gobierno, que quedó reducida al autobombo.

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