Putin, tras la invasión de Ucrania y la guerra
que emprendió y sigue contra este país, motivó que en la UE y en la OTAN sonaran
las alarmas, se solidarizaran con aquélla y le prestaran y dan, como es sabido,
diversas clases de ayudas ( material bélico, de autoprotección, sanitario,
acogida de refugiados, etcétera ), sin intervenir directa y militarmente sobre
el terreno, ya que Ucrania no está integrada en ambas organizaciones, aunque su
voluntad es pertenecer a las mismas.
Ahora, en la cumbre de la OTAN, que se está
celebrando en Madrid, se diseñarán y ampliarán nuevas estrategias para hacer
frente a las distintas amenazas que existen y surgirán contra las naciones
democráticas occidentales, sin soslayar la inmigración ilegal, el terrorismo, la
potencia militar y comercial de China y sus propósitos anexionistas sobre
Taiwán, la situación en el África transahariana, el entente
chino-ruso y los otros asuntos, ya anunciados,
que serán tratados en la cumbre. Pero todo ello, para que pueda ser efectivo,
requiere un precio muy elevado en dinero, material, efectivos humanos,
inteligencia y lo que se precise. Si se quiere un mundo más seguro, justo,
estable y libre, hay que contribuir al mentado coste. Así y todo, siempre habrá
conflictos y se producirán situaciones que nos harán pensar si somos humanos o
lobos contra los hombres.
Frente a las dudas e imprevisibles, hay que
esforzarse por ser constructores de la paz. Que la cumbre de la OTAN sea
fructífera. Es eterno el dicho: “ Si vis pacem, para bellum ”. En estos
momentos, los que protestan contra la OTAN, que lo hagan en la plaza Roja de
Moscú, frente y contra al Kremlin. Así sabrán “ lo que vale un peine “.
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