Es una indecencia moral y política que la
vicepresidenta de La Generalidad Valenciana, Mónica Oltra, no haya dimitido de
su cargo, al estar siendo investigada judicialmente por la gestión de los
demostrados abusos sexuales de su ex marido a una menor, tutelada por la
Consellería que aquélla dirige. No sólo incumple el código ético de su partido
para los casos de imputación o investigación, sino que se enfrenta y ofende a la
Justicia y a la Fiscalía, al afirmar que es objeto de una cacería de la
extrema-derecha.
Las noticias sobre este caso han sido divulgadas
nacionalmente, por lo que es ocioso incidir en sus detalles. La presunción de
inocencia, mientras no medie condena, no se opone a la ejemplaridad exigible a
los cargos públicos. Es además vergonzante que los líderes de “ Compromís”, en
cuya formación está integrada la susodicha, la hayan defendido, jaleado y
aplaudido en un acto político, en el que participó ella, con saltos de baile y
canciones incluidas.
Por otra parte es incomprensible que Ximo Puig,
presidente de la Generalidad, no la haya cesado ya. Se está tomando y sopesando
la decisión con excesiva calma, deshojando la margarita, los tiempos y las
consecuencias que podrían afectar a la coalición gubernamental del PSPV y
Compromís. Son muchos los sueldos y cargos de esta formación para que renuncien
a ellos y rompan el acuerdo.
Puig, hombre de formas correctas, precisa dar un
puñetazo en la mesa y muestras de su Autoridad. La continuidad de Mónica Oltra
es una carga, una fuente de problemas y en nada le beneficia. Y si alguno de
Compromís quiere hacer la travesía del desierto con ella,¡ buen viaje ! No se
les echará en falta. Demasiada paciencia tienen los valencianos con Puig y
compañía, agentes del pancatalanismo y destructores de las raíces y esencias
valencianas. “ El Molt Honorable “ se lo tiene que mirar. Las próximas
elecciones pueden acarrearle un disgusto, y él lo sabe.
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