¡ En menudo embrollo nos ha metido Pedro Sánchez 
! Sin consensuarlo con la oposición ni debatirse en el Congreso, por decisión 
personal suya, sin valorar las consecuencias, decidió repentinamente reconocer 
la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y el estatus de éste, 
ofrecido por el Reino alauita, de convertirse en una región autónoma, integrada 
en aquel país.
La reacción de Argelia, enemistada con Marruecos 
y contraria a los planes de Mohamed VI, fue la previsible y esperada: suspender 
el Convenio de Cooperación, Colaboración y Amistad con España, con las derivadas 
perjudiciales contra nuestros intereses nacionales, y sin saberse las ganancias 
y contraprestaciones que Marruecos puede garantizarnos. De momento, sigue sin 
reconocer la españolidad de Ceuta y Melilla, además de seguir ampliando su 
pretendida jurisdicción sobre las aguas del Atlántico próximas a las Islas 
Canarias.
Con Argelia nos llevábamos bien. Con Marruecos, 
acostumbrados a sus “ tiras y aflojas “ y sus chantajes conocidos. En vez de 
mantener un equilibrio de buena vecindad y neutralidad en el contencioso que 
enfrenta a estos dos países, Sánchez optó por la peor e innecesaria solución. Él 
sabrá por qué. Si repercutiera sólo contra él, que se apañe y aguante. Pero ha 
perjudicado a España, lo que no deberíamos consentírselo. Es un peligro 
nacional, que conviene quitárnoslo de encima. Cuanto más lejos, mejor. Quien no 
lo conozca que lo compre. Incluso lo regalamos.  
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