La prudencia, templanza, cautela y
moderación
no son valores al alza ni, por lo general, se
practican.
Su abandono abona la airada confrontación
política;
se pierden las formas, el adversario es, por
norma,
un enemigo a
abatir.
Las descalificaciones, injurias y calumnias se
prodigan,
para suplir la
falta de razones.
La verborrea oportunista, se dispara hasta aburrir.
Mal ejemplo para la sensata ciudadanía de a
pie,
que anda desorientada y perpleja;
desconfía de todos y ve en declive el
Sistema,
que la Constitución alumbró.
Entonces hubo un consenso de
reconciliación;
se reconocieron derechos y libertades,
se pusieron límites democráticos,
para que la sociedad avanzara.
A los pocos años se torció el rumbo,
los buenos deseos se degradaron,
los enemigos internos del País se envalentonaron,
y a las derechas realistas y patriotas ,
que cuentan los males que afligen a
España,
las llaman ultras y fachas.
Pongan los matices que quieran,
pero fuerzas confabuladas han troceado la
tarta.
Quieren repartirse el pastel.
A los que se les resistan, son
capaces
de ponerlos de rodillas y cara a la pared.
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