El Gobierno es arrollador y voraz,
recauda sin contemplación,
despilfarra a mansalva,
se endeuda hasta las cejas,
no estimula el ahorro,
compra voluntades,
efectúa regalías a sus postores,
gestiona sin ton ni son.
Sólo barre para su casa y causa,
fijándose en el medio plazo,
desentendiéndose del futuro,
trasladando el “ marrón “
a quien le suceda en la gobernación.
La contabilidad de ingresos-gastos
nada positivo refleja,
siendo muy negativo el resultado.
El lastre arrastrado perjudica la
inversión
rentable, el gasto productivo y la
recuperación.
La clase media ha menguado, la pobreza ha aumentado.
El común, cada vez más, se aprieta el
cinturón.
Indicadores palpables, “ a ojo de buen cubero “,
son las persianas bajadas, los letreros de “ se
alquila
o vende “ en negocios a pie de
calle,
el contenido de
las cestas de la compra,
las colas en Caridad, comedores
sociales
y los comentarios de la gente.
No hace falta decir más, sino
recordar
que los que pueden, ayuden a los
necesitados.
Si confiamos en el Ente que nos
esquilma,
¡ estamos apañados !
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