El “ Flojear de remos “ suele suceder
en la entrada edad, siendo el bastón
una ayuda para caminar.
Atrás quedaron los tiempos en los
que te movías con agilidad,
sin pensar que te sobrevendría
debilidad en las piernas
y posibles achaques más.
Cuando empiezas con el bastón
o con el carro andador,
reparas en cuánta gente mayor
utiliza uno u otro en tu alrededor.
Solos o acompañados van por
suelo plano, eluden subiditas
y, para descansar, controlan
donde están los bancos.
Con el frío, eligen a los que
les da el sol, y la sombra en el
calor.
Si forman corrillos en las aceras
o parques, comentan las novedades,
las pruebas y revisiones médicas,
cómo tienen la tensión, el azúcar y el
colesterol.
Siempre se escapa algún “ No llegaré a Navidades
“.
Pero, pasando de dolencias, en
Nochebuena,
aunque sea un poquito, prueban el mazapán y el
turrón.
La experiencia y vivencias acumuladas durante
largos años,
se integran, a menudo, en el batallón
del carro andador y del bastón.
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