Los comentaristas farsantes opinan
según sus querencias políticas,
arrimando el agua a su molino;
dando por cierto lo que es falso,
dudoso, rumores o especulaciones.
Lanzan sin fundamento dardos
venenosos,
amparándose, en ocasiones,
en “ fuentes de toda solvencia “,
al margen de cuál sea la verdad.
De ahí, que se cuestione lo que
dicen
o no se les dé credibilidad.
Pero siguen en sus trece, por
convicción
o agradar al patrón, y asegurarse la
manutención.
No es fácil ser independiente y
neutral.
Procede recurrir a la vara de medir
la honestidad profesional, para
saber
a quienes escuchar o desechar.
Como hay tantos tunantes que,
según las ven venir, cambian de
bando,
es preferible centrarse en los hechos
incuestionables y sacar las propias
conclusiones.
Es mejor equivocarse solo a que
otros
te engatusen y lleven al engaño.
¡ Vano propósito ! Los “ cebos “ vienen
funcionando
desde centurias ha. La modernidad y el uso
de las redes los
difunden con celeridad
a nivel mundial.
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