Pronósticos y sondeos han fallado.
Anunciaban un empate técnico
entre Kamala Harris y Donald Trump.
Los norteamericanos han votado
las presidenciales, inclinándose
por holgada mayoría a favor de
Trump.
El tiempo dirá si la elección ha
sido
buena o mala, en acertada o equivocada
dirección.
La Casa Blanca es poderosa e
influyente,
lo que desde allí se concierta y
decide
tiene repercusión mundial.
Si su largo brazo, como prometió
Trump,
puede acabar con las guerras más
preocupantes
y contribuir a la paz mundial,
bienvenido
sea su triunfo. Si en vez de
finiquitarlas,
continúan o se agravan, y se
resienten
las economías y el bienestar social,
para qué su victoria electoral.
El eslogan comprensible de “ America first “ no
debería
llevar a preocuparse sólo por su propio
país.
En un Mundo interdependiente y
globalizado,
mucho queda por hacer para
compenetrarnos,
forjar alianzas duraderas y ayudar a los
países
más necesitados. Lleve quien lleve las
riendas,
las demás naciones deben tirar del
carro.
En fin, con la que tenemos liada en
España,
es arriesgado pronunciarse, al margen de las
preferencias
y gustos personales, cuál de los dos
candidatos
nos hubiera sido preferible. Era lo que
había.
Inútil disquisición. Las urnas han
hablado.
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