Pasarán años, tras la DANA,
para que el panorama cambie
y acabe la reconstrucción.
Si de ahora a entonces
no se ha aprendido la lección,
dictada por la ciencia y la
experiencia,
poniendo remedio a los factores
que favorecen los desbordamientos
e inundaciones, será una vez más
por culpa de los zoquetes
incompetentes,
engreídos y prepotentes, incapaces
de prevenir a tiempo el problema
y activar de inmediato las medidas
pertinentes.
Los planes “ ad hoc “, desde hace
años
están diseñados. “ Duermen el sueño de los justos
”.
Ha habido relevos de Gobiernos,
y ninguno le ha “ metido la adecuada mano
“.
Elemental es la limpieza de los
cauces
de barrancos y ríos, exigida por el sentido
común;
pero sea por los ecologistas de salón,
dejadez,
coste o discrepancias competenciales,
los cauces parecen selvas.
Por contra, multan a quien arranque una
caña.
Y cuando la política enreda, el
riesgo
permanece, quedando por hacer obras y
limpieza.
Hay que hacer caso a los que saben,
y que no decidan los “ pasotas “ e
ignorantes.
La naturaleza se encanalla
periódicamente,
no hay que dar facilidades a sus previsibles
desastres.
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