La obsesión gubernamental por resignificar el
Valle de los Caídos,
reinterpretando el espíritu por el que fue
construido,
es una venganza miserable contra el abrazo de la
reconciliación
de los dos bandos enfrentados en la guerra
civil,
representado por la Cruz en lo alto de allí
levantada.
A los católicos de a pie les cuesta creer y
digerir
el “ refrendo total, unánime y sin ninguna voz
discrepante “,
de la Conferencia Episcopal
Española,
al respaldo del Vaticano y del cardenal José Cobo,
arzobispo de Madrid e interlocutor con la
Moncloa.
El Gobierno y el Vaticano han pactado que en el
acuerdo
entre ellos, comentado por los medios, se
respetarán
los lugares del culto, la comunidad benedictina y
la Cruz.
“ Pacta sunt servanda “. Pero vistas las infames
actuaciones
“sanchistas “, realizadas respecto al Valle , y
su pulsión
al engaño, a la revancha y a la mentira, ¿ cabe
imaginar candidez
en la jerarquía eclesiástica, o es que asistimos
a un
un posible “ do ut des “ ?
No es en Dinamarca, sino aquí y sobre este
acuerdo,
“ algo huele mal “ desde la distancia.
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