A la mayor parte de la gente el último Debate sobre el Estado de la Nación no le ha importado ni le ha prestado atención.Sabe que allí cada interviniente va a soltar “ su rollito”, intentar quedar bien ante lo suyos, zaherir al contrario y hasta el próximo. Como nada positivo se espera de él, como intuye que cada partido, aferrándose al guión previamente establecido, se enrosca en sus posiciones y de haber proposiciones sensatas serán desoídas, es lógico que no se le siga,quedando reservado el interés para la clase política,empresarial y sindical, a partir de cierto nivel, la económico-financiera, analistas y periodistas especializados y poco más.
Y no interesa el debate, aparte de las prevenciones dichas, porque el pueblo sabe bien cual es el Estado de la Nación, conoce y sufre en carnes propias la cruda realidad y lo que quiere es que quien gobierna le solucione los problemas y no se los cree, que para eso están y por lo que se les paga
Constata a diario el problema del paro, la pérdida de poder adquisitivo, la precariedad en el empleo, la crispación reinante, alocadas e insaciables reivindicaciones autonómico- soberanistas acompañadas de fingido e insolidario victimismo,el recorte del derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos,el ostracismo del castellano en algunas autonomías, subversión de valores, prepotencia y persistencia en el engaño, leyes inicuas,”cordones sanitarios”, presiones sobre la legítima crítica discrepante, “distintas varas de medir”, complicidades y complacencias con regímenes fundamentalistas y totalitarios,etc. El orden en la escala de preferencias ya es asunto personal.
¿Que se ha hecho una relación catastrófica?Será para los instalados en el poder del despilfarro y desgobierno, en el que quieren perpetuarse, y de los favorecidos por la subvención y prebendas con las que se compra silencios y aplausos. Písese la calle, confúndanse con el pueblo , su espacio y medio relacional, aún medianamente disfrazados por lo de “incógnito”, y podrán percatarse del sentir popular, del auténtico estado nacional.
Cierto es que en el juicio sobre la casta política a veces “ pagan justos por pecadores”; pero es lo que se ha sembrado y al Gobierno que es de todos los españoles y debiera serlo por igual para todos, le incumbe el preservar, acrecentar y administrar la “ finca” cual “diligente padre de familia”. Es misión suya y si no sabe,no quiere o se siente incapaz, que tenga la gallardía por simple pundonor,( pedirle patriotismo le puede resultar vocablo o sentimiento extraño y carca),de posibilitar el mecanismo en busca de nuevo administrador, aunque siendo realista es como “ pedir peras al olmo”.
Sobre las 13´06 h. del primer día del debate se oyó, a través de las ondas y en directo, al Presidente Rodríguez Zapatero decir, después de admitir los avances de España en los últimos 30 años, ahora “ es un país tolerante,abierto, en el que se puede vivir a gusto”. Memorizada y creo textual quedó la frasecilla. Pues muy bien, Sr. Presidente, “ que venga Dios y lo vea”," no hay peor ciego que el que no quiere ver”; recabando la benevolencia de los queridos invidentes por utilizar frase acuñada.
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