Hay buena y mala gente en todos los estratos sociales. La buena es honrada en la que se puede confiar, de la mala cuanto más lejos mejor pues, ningún beneficio te aporta y a la larga te puede complicar la vida "sin beberlo ni comerlo". A veces resulta problemático el distanciarse de ella- la mala- sobre todo si, no teniéndola por tal, hay una dependencia jerárquica, laboral o compromiso de ascendencia influyente y no queda más remedio, salvo extrema heroicidad, que apechugar con lo que te echen, aunque vaya en contra de tus principios y no ves en el encargo, orden o recomendación, dictados oralmente o a través de recaderos próximos al mandante o solicitante, manifiesta ilicitud.
El destino te llevará a ser potencial " cabeza de turco" si vienen mal dadas, y puedes " comerte el marrón" en un asunto del que no tienes más parte ni arte que el haber dado la cara o tu firma. Mientras nada se tuerce vas tirando, y para no atormentar tu conciencia optas por no querer saber más de lo imprescindible y procuras quedar en paz contigo mismo ya que ningún beneficio personal has obtenido a cambio. Te has limitado a practicar una inmerecida lealtad a quien no la tuvo contigo, de lo contrario no te hubiera encargado " el muerto".
Todos conocemos a personas que habiendo pasado por ese mal trance, se han quedado después más solas que la luna. Es entonces cuando necesitan sinceras muestras de afecto, que noten la cercanía de quienes creen en su acreditada bondad y honradez; porque el silencio y alejamiento de los en otrora aduladores, brilla por su ausencia.
Como lo complicado, a menudo, es distinguir los buenos de los malos, puede ayudar lo " de por sus obras los conoceréis", aunque a veces respecto a los segundos se descubre demasiado tarde.
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