La desdicha se ha cebado con España, no pasa un día sin recibir malas noticias de índole diversa, desde los distintos frentes abiertos, cumpliéndose lo de a perro flaco todo son pulgas y las desgracias nunca vienen solas. Pero hoy, pasando un tupido velo sobre el infortunio, alejamos el fatalismo del nada es tan malo como para que no pueda empeorar y recurrimos a los esperanzadores: no hay daño que no tenga apaño, no hay mal que por bien no venga, de la necesidad nace la virtud y tras la tormenta viene la calma. Así pues, "¡ Sursum Corda!"(¡ arriba los corazones !)
Confiemos en los encargados de sacarnos del bache, arrimemos el hombro en lo que dependa de cada uno. ¡ Adelante! y a ayudar, del modo que se pueda, al desvalido con dificultades o imposibilitado para mantenerse en pie por si mismo. Visibles son los esfuerzos de aquellos, trabajan a marchas forzadas con el viento en contra, son gente competente y seria los que conforman el Gobierno, comprometida con mantener el rumbo adecuado, pese a los duros inconvenientes de navegar con exceso de carga y brújula expuesta a sobrevenidos, imposiciones y tejemanejes oscuros propios de eso que llamamos mercados y euro burócratas, más los demonios y desalmados internos.
A Colón se le sublevó la tripulación, pero su perseverante fe hizo que se apaciguaran los ánimos y poco después el vigía, Rodrigo de Triana, gritó ¡Tierra!. Cuando arribemos a buen puerto, Dios quiera que la travesía no se alargue en exceso, será el momento de no olvidar cómo hemos llegado a esta situación, aprender bien la lección y no reincidir en los mismos errores.
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