Suficientes indicios evidencian la utilización de armas químicas en el conflicto bélico sirio mantenido entre el régimen gubernamental de Bashar al Assad y grupos de la oposición. Aunque ambos contendientes acusan de la autoría al contrario, las principales potencias occidentales señalan directamente al presidente sirio y preparan una operación de castigo que no se efectuará hasta que, de llevarse a cabo, finalice el trabajo de los expertos comisionados por la ONU para investigar los hechos.
No vale el dicho de que " en el amor y la guerra todo está permitido", hay abyectos procedimientos totalmente repudiables y sancionables. Entre las diversas prohibiciones en las guerras está el uso de armas químicas, no respetado en el caso de Siria y causándose, indiscriminadamente con ellas, numerosas víctimas en la población civil no combatiente, incluidos niños, lo que agrava la responsabilidad.
No se debe permanecer impasible ante tal monstruosidad. Algún tipo de ejemplarizante respuesta, proporcionada y controlada, debe producirse; pero cuál, cómo y con qué alcance. Si se da, que no sea para que se encanalle más la situación y se extienda el conflicto por el Oriente medio, ya convulso de por sí. Son momentos para los grandes estadistas y estrategas y la adopción de difíciles decisiones. Sólo cabe desear que acierten en las mismas.
El mundo es sólo una partícula del universo agitada por numerosos conflictos. Parecen ensoñaciones los deseos para que recupere el equilibrio. Vale la pena intentarlo y que prevalezca la paz, aunque son muchos los frentes abiertos; pero no a cambio de que sigan los tiranos de turno atormentándolo con sus atrocidades. En Siria está el que está y los que aspiran a serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario