miércoles, 14 de agosto de 2013

IN MEMÓRIAM DE UN AMIGO.

 

Su actitud ante la enfermedad que le tenía imposibilitado para valerse de por sí para cualquier mínimo menester, delataban sus ansias para que todo acabara. Sin poder hablar, rechazando con gestos la imprescindible alimentación y su triste mirada, era la expresión de un profundo abatimiento que preconizaban sus deseos que le visitara la muerte, a la que nunca temió. Conservaba la lucidez mental para pensar que nunca se recuperaría del probable irreversible estado, y arrojó la toalla a la espera que sus ojos se cerrasen para siempre.

Sea por ello, o por alguna complicación más sobrevenida, sus deseos se vieron cumplidos repentinamente en la penúltima madrugada. Atrás quedó toda una vida dedicada a la familia, al trabajo y a confraternizar con los amigos. Vivió discretamente ante el mundo y vivió bien sin ostentación, hasta que el quebranto de la salud se cebó con él.

Hace pocos años le pregunté si quería acompañarme en peregrinación a Tierra Santa y al momento, aunque no era asiduo a las prácticas religiosas, que no obstante respetaba, contestó sin pensárselo dos veces: " ¿ Cuándo partimos ?". Y allá no fuimos pocos días después, compartiendo habitación en hospederías franciscanas de Nazaret y Jerusalén.

Se acopló al grupo y a las indicaciones del páter que encabezaba la peregrinación, intimó con el conductor y el guía del autobús, palestinos ambos, con los que fue generoso. Guardó respeto en el Muro de las Lamentaciones y, mirándome de reojo, seguía mis inclinaciones de cabeza. Renovó su bautismo en aguas del Jordán y un día, a las cinco y media de la mañana, recibió la comunión en la diminuta cueva del Santo Sepulcro en donde fue depositado Jesús tras su crucifixión.

Fueron diez días de peregrinación por los principales lugares sagrados y, como era parco en palabras y en exteriorizar sentimientos, no comentaba las sensaciones que percibía; pero, como sucede a todos que los visitan, quedaría " tocado" interiormente en más de una ocasión. Se le notaba feliz y al retorno le pregunté si volvería otra vez, respondiendo: " Cuando quieras."

Hoy, antes del funeral, he visto en el tanatorio el cuerpo de mi amigo Pedro Córcoles, cubierto por nítida sábana blanca, depositado en el féretro rodeado de flores ofrendadas por su esposa, hijos y nietos. Parecía dormitar y su rostro irradiaba dulce placidez. Sus cenizas serán esparcidas en el mar. Amigo Pedro: Dios se apiadó de ti y te llevó para siempre con Él. Desde la beatitud de los cielos, no te olvides de los que aquí aún estamos. Antes de subir a la barca que nos llevó por el mar de Galilea, el Señor ya te había “ mirado a los ojos y sonriendo dijo tu nombre”.

6 comentarios:

  1. Poco más se puede añadir a estas palabras tan sentidas. Seguro que desde "allá arriba" le gustará leerlas. Requiescat in pace.

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  2. Estupendo.Un fuerte abrazo.

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  3. El mar acogerá con alegría las cenizas de Pedro, hombre jovial,sencillo y generoso.
    El agua te recibió cuando llegaste a este mundo mediante el bautismo y ahora te despide para llevarte a un lugar mejor. RIP

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  4. También fue mi amigo y un hombre bueno al que siempre recordaré.

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  5. Muy hermoso artículo
    Descanse en paz ese hombre al que quise y que cariñosamente le llamaba Perico

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  6. Qué bonito...Siento que hayas perdido un amigo.....Y espero que alguien escriba algo sobre mí tan bonito cuando me vaya......Que deseo sea muy tarde ...Pero como no sabemos lo que pedimos......Será cuando Él quiera.

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