jueves, 8 de agosto de 2013

UN SEPARATISTA EN GIBRALTAR.

 

Leemos que el diputado de Amaiur, Jon Iñarritu, formación integrada en la pro etarra BILDU, se ha reunido con representantes del gobierno gibraltareño y de trabajadores de la Línea de la Concepción, para mostrarles su solidaridad por " el conflicto artificial", según sus palabras, protagonizado por el Gobierno de Mariano Rajoy. Con tales amistades, la de Iñarritu y comparsa, no hace falta buscar enemigo; ellas colaboran en fabricarlo y luego abrazan al que se considera agraviado por él.

Un mínimo de coherencia en sus alocados posicionamientos le hubiera llevado, aprovechando el viaje, a mostrar su solidaridad con los tres terroristas del IRA, acribillados a balazos en 1988 por soldados británicos a la vista de todos en plena calle de Gibraltar, depositando unas flores en el lugar donde fueron abatidos; pero de una patada en el trasero hubiera sobrevolado en retorno el control fronterizo sin tener que hacer cola. Y es que aquellos terroristas, como sus paisanos los de ETA, no andaban con chiquitas, ya tenían estacionado un coche bomba con doscientos kilos de explosivos, según contaron las noticias de entonces, para hacerlo estallar al paso de un desfile militar. En consonancia, no dudaron los agentes británicos en apretar el gatillo respaldados por su Gobierno.

Éstos separatistas nuestros son cansinos metomentodo hasta la exasperación. Con tal de dañar la imagen de España toman partido en cualquier asunto que, en su descarriada lógica independentista, no debiera concernirles al no considerarse españoles. Lo suyo es emponzoñar y malmeter, no tienen remedio. En su ciego fanatismo piensan que cuanto peor para España, mejor para ellos.

Dijo, entre otras cosas, el diputado de Amaiur que " los derechos de los trabajadores deben ser respetados por encima de todo", pero bastantes de sus socios no han reprochado a ETA cuando, durante años, no ha respetado el derecho fundamental a la vida, ya fuera el de los trabajadores de distintas profesiones o el de aquellos a los que, por su corta edad, también les segó la vida antes de alcanzar su primera oportunidad laboral.

Veamos en las muestras de solidaridad de John Iñarritu un gesto interesado, hipócrita y macabro. No ofrendó flores en Gibraltar, y en los cementerios españoles incluidos los del Campo de Gibraltar, no se dejan marchitar las depositadas por gente de bien en las tumbas de las víctimas de ETA.

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