domingo, 25 de agosto de 2013

LOS OTROS NIÑOS.

 

¿ Qué hace que esos niños depauperados, con vientrecillos abultados, ojos hundidos y huesos trasparentes por la extrema desnutrición, cambien su lánguida mirada por el esbozo de una sonrisa al sentir la ternura de una mano acariciadora, o qué les mueve a aquellos otros, en similares circunstancias para, dentro de la total miseria, expresar su alegría en sus rudimentarios juegos o al serles ofrecida una simple chuchería?

Entre las varias respuestas, hay una esencial: Nada esperan de la vida, más que el vivir y respirar, no conocen lo que es el civilizado mundo del bienestar, sólo el que el destino les ha deparado por una causa que ignoran y ni se plantean, cual es el egoísmo depredador de la mal llamada humanidad. Nada tienen que ofrecer, salvo el conmovedor agradecimiento por un solidario gesto de piedad. Les son totalmente ajenos y, por tanto, no extrañan otros infantiles divertimentos; practicando los que la naturaleza y el instinto les brindan gratuitamente.

Otros interrogantes surgen cuando vemos imágenes de niños con fusiles de asalto enrolados en grupos guerrilleros, o utilizados como sicarios por unos pocos dólares. ¿ Cómo es posible que sean instrumentos de muerte cuando están en los albores de la vida?. Debe ser que malvivieron desde que nacieron, y el ambiente en el que fueron creciendo fue el del odio y la destrucción, sin llegar a saborear las mieles propias de la inocencia juvenil. Emulando a sus tenidos por " héroes", compiten entre sí para alcanzar la misma aureola siniestra, truncándose el proyecto al mundo vital para el que fueron alumbrados.

Hay más ejemplos sangrantes que atentan contra los elementales derechos de la infancia; pero no son éstos niños los culpables, sino las víctimas de un mundo en el que algunos poderes y demasiados adultos desprecian lo que es justicia y amor y sólo se guían por el egoísta afán de dominio y posesión.

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