sábado, 19 de septiembre de 2020

ACONSEJAR

  

 
Conviene prestar atención a la intencionalidad con que se hacen o dicen las cosas y el fin perseguido. Aconsejar a una persona para que mejore en diversos aspectos o abandone actitudes negativas y nocivas, puede servir de estímulo al aconsejado para iniciar el cambio o emprender un nuevo rumbo vital. Son loables los propósitos del que aconseja cuando los preside una finalidad buena, reforzándose si van acompañados con su rectitud de conducta y la experiencia en las facetas que da la vida. Pese al refrán “ Consejos vendo y para mí no tengo “, no está de más aconsejar al que lo precisa, máxime si lo demanda, pues incluso de un árbol torcido pueden surgir brotes rectos y con savia nueva.
 
Así y todo, con la gente que no admite recomendaciones ni se presta a escucharlas, es preferible no seguir haciéndolas, ya que si se persiste en el intento puede producirse mayor rechazo a aquéllas e incluso deteriorarse la relación interpersonal.
 
Conviene también no olvidar que hay personas que piden consejo, esperando recibirlo en el sentido que tienen decidido de antemano. Lo solicitan a unos y otros para ver cómo se pronuncian, pero van a la suya. En estos casos hay que decirles lo que se piensa, aun sabiendo que después harán lo que quieran.
 
En el plano espiritual es una obra de misericordia “ Dar buen consejo a quien lo ha de menester “, y también “ Corregir al que yerra “. ¿ Quién no precisa de consejo y corrección ?  Muchas veces son desestimados por la prepotencia, la soberbia, el sectarismo y el egoísmo, que son malos consejeros.

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