martes, 22 de septiembre de 2020

SALUD, VIDA Y MOVILIZACIONES

 No se puede negar que estamos ante la segunda ola pandémica del Covid-19 en España, aumentando el número de contagios de un modo preocupante, y en algunas ciudades y autonomías de forma muy alarmante. Por ello deberían los Delegados del Gobierno prohibir toda clase de manifestaciones, concentraciones y huelgas, por justas que sean sus reivindicaciones o denuncias, aunque el carácter político de bastantes de ellas, promovidas e incitadas por las izquierdas, es evidente.

 
No hace falta remontarse a la II República para recordar el mal perder de socialistas y comunistas. La Historia objetiva lo ha estudiado bien. Ahora no sólo quieren recuperar la Alcaldía madrileña, sino que extienden su pretensión al Gobierno de dicha Comunidad, utilizando todos los medios a su alcance, valiéndose también de las movilizaciones y los medios afines, y pretendiendo seducir al oscilante Ciudadanos. Si ello sucediera, ambas Instituciones no podrían caer en peores manos ni en el yugo más asfixiante.
 
Conviene recordar que las manifestaciones permitidas del 8-M, en especial la feminista de Madrid, soltaron la espoleta de la pandemia expansiva y destructiva, pese a que el Gobierno era conocedor con anterioridad de los incipientes contagios y el claro peligro de su extensión. Pero se impuso la ideología sobre los intereses más importantes. Ahora estamos en una fase crítica que aconseja prohibir las manifestaciones, concentraciones y huelgas citadas al inicio. Son prioritarias la salvaguarda de la salud pública y de la vida a los derechos de ejercer aquéllas. Sobran datos para justificarlo.

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