Arabia pone la cama,
en la que Putin y Trump
se arrullan.
Zelenski, corneado,
se ve por el americano traicionado.
En la partida que se juega,
no hay silla para él ni para Europa.
Los dos primeros confirman
el dicho: “ Los extremos se juntan
“.
Sus recíprocas caricias son
escarceos fingidos: un pulso
entre un espía imperialista
y un bravucón mercader oportunista,
para ver quien saca mejor tajada
del cambio mundial que se avecina.
Ambos tienen aduladores y
detractores,
dentro y fuera de sus naciones.
Comparten megalomanías,
se aprovechan de las debilidades
ajenas,
compiten para ver “ quién se lleva el gato al
agua ”.
Europa, “ dormida en los laureles ” , se siente
abandonada por su protector yanqui,
“ factótum “ de la OTAN.
Sin la ayuda USA y su potencial
bélico,
poco puede hacer la UE para defender
la integridad territorial de la invadida
Ucrania.
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