El “ Padre Nuestro “ es el rezo que Jesús
enseñó a sus discípulos, para que aprendieran a
orar.
Conviene recitarlo en silencio y
pausadamente,
para desentrañar y saborear su hondo
significado,
y no hacerlo de rutina y apresuradamente.
Ensimismarse con esta oración,
es concentrarse en la enseñanza
divina,
reconocer la gloria celestial del
Padre,
implorar su protección y perdón,
estimularnos a perdonar a los demás,
alejarnos de
toda tentación y no volver a pecar.
No es sólo una oración unipersonal,
sino que se reza también por los
demás.
“ Oremus pro invicem “ – los unos por los
otros-
es remar juntos en la frágil barca de la
vida,
para mantenernos firmes y unidos,
con el chaleco-flotador puesto,
y, así, poder mantenernos a flote
en caso de naufragar.
Jesús es nuestro Señor y Salvador.
Nos legó el “ Padre Nuestro “,
para enseñarnos a orar.
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