Los valores humanos y sociales
no se extinguen de repente.
Van mutando paulatinamente,
dándole la vuelta a lo que
se estimaba encomiable práctica
corriente.
El cambio producido es político y
“ culturalmente “ inducido,
para conformar una masa amorfa,
conformista, acrítica y narcotizada,
que no se rebele contra la
arbitrariedad
ni defienda la Justicia, la Igualdad y la
Libertad.
Sin reconocer la singularidad
individual
y la dignidad humana, orientadas al bien personal
y al común, el “ borreguil rebaño ” es esclavo y
presa
de los maléficos “ lobos “, que no paran de
asediarle.
Contra éstos hay que reaccionar, pastoreados
por
aguerridos guardianes, que los alejen de
nuestra
vista y vida. De la comprometida unión nacerá
la fuerza, para
poderlos desterrar.
El testigo será asumido por la juvenil
promesa,
valerosa y generosa, garantía de un futuro
mejor,
que del hoyo enfangado nos sacará.
Esperemos que sea así, o el Tsunami nos
tragará.