Los incendios arrasan los montes
arbolados,
extendiendo su furia destructora a la fauna y
flora.
Las llamas se aproximan a los
cercanos
núcleos poblacionales, de los que hay que
huir,
antes de ser cercados por los humos
asfixiantes
y los ardientes colores rojizos
infernales.
Un elevado número son provocados por
pirómanos,
que se “ excitan y desahogan “ con la visión del
fuego,
sintiendo por él una sensual atracción
fatal.
Suelen vivir en los pueblos y lugares
próximos,
conocen las peculiaridades del
terreno;
teniendo rarezas y extrañas coincidencias,
que no pasan desapercibidas
en la vecindad de una pequeña
comunidad.
La intuición y la facultad de
observación
despiertan las sospechas sobre tales
sujetos,
cuya “ patología “ les lleva a la
reincidencia;
aunque “ donde menos se piensa, salta la liebre
”.
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