sábado, 23 de agosto de 2025

" CUANDO UN MONTE SE QUEMA..."

  

No se puede vivir con sustos, disgustos y
 
sobresaltos diarios; la mente
 
y el corazón precisan reposar y no
 
estar en alarma permanente.
 
No se trata de frivolizar y desentenderse,
 
sino de aparcar, individual y momentáneamente,
 
el sentir por las desgracias de otros,
 
sufridas en vivo, y el dolor compartido
 
al verlas filmadas en directo o diferido.
 
Las autoridades competentes, en las
 
situaciones calamitosas, no deben inhibirse
 
y tienen que “ echar toda la carne al asador “.
 
Reconforta la abnegada labor de los
 
luchadores contra los incendios forestales.
 
A ellos, nuestra gratitud y admiración;
 
para los fallecidos en tal desempeño:
 
¡ “ salva de honores ! y oración.
 
A los damnificados, que se les indemnice
 
con prontitud y largueza, y se cumplan
 
las promesas hechas. Los que lo fueron
 
por la Dana y el volcán de La Palma,
 
aún siguen, en todo o en gran parte, esperando.
 
Antiguo es el lema: “ Cuando un monte se quema,
 
algo suyo se quema ”. La salvaguarda de lo común
 
es una obligación gubernamental, que no se
 
debería parcelar.

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