José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno, anunció el pasado sábado que no se presentaría como candidato por el PSOE a las próximas elecciones generales. Los motivos que adujo fueron: por el bien de España, por el bien del partido y por motivos personales-familiares. Como no se pretende aburrir repitiendo la nefasta gestión de los sucesivos gobiernos por él presididos, sobradamente conocida y a la que en diversas ocasiones hemos hecho referencia, nos limitaremos a unas breves consideraciones sobre las tres razones citadas.
POR ESPAÑA: Imposible de creer en quien nunca ha demostrado interés ni amor por ella. Ni por su unidad, universal lengua, historia, costumbres de arraigo popular, mayoritaria creencia religiosa, valores compartidos por la casi práctica totalidad de lo españoles, tradiciones castrenses, prestigio y respeto internacional, concordia, y un largo etcétera que alcanza a valores y derechos tanto naturales, como fundamentales y constitucionales. Su desnortado y alocado mesianismo ha dejado España hecha unos zorros, no escapando al desastre el hundimiento económico. A los hechos nos remitimos por aquello de "hechos son amores y no buenas razones".
POR EL PARTIDO: Más bien empujado por el partido, alarmado ante las sombrías perspectivas electorales. El bucanero capitán ponía en peligro de hundir el carmesí barco. En vez de amotinarse la tripulación y arrojarlo por la borda hace tiempo, convino en corregir la navegación a la deriva y, así, intentar llegar a puerto para desembarcarlo, con la esperanza de no perecer todos en el presumible naufragio. Tiempo habría para elegir nuevo capitán que velase por sus poltronas y haciendas, acechadas ahora por malos augurios.
POR LA FAMILIA: Sin inmiscuirnos en razones personales ni familiares que puedan afectarle, sorprende tal justificación en boca de quien tanto ha hecho en contra de la institución familiar. Tentados estamos de acudir al dicho " a buenas horas mangas verdes", en su lugar apostamos por el " de nunca es tarde si la dicha es buena". Al fin y al cabo, por ser esposo y padre, le deseamos lo mejor a él, su señora e hijas; que reine el entendimiento y la concordia en el doméstico hogar, caso que se precise.
Deseable sería, por bien de España, que el barco no tarde en tocar puerto y quedase también en tierra la entera contaminada tripulación que con Zapatero embarcó y en larga travesía, conjurados, marcaron el rumbo que nos llevó al tsunami
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