Ya acabó la Semana de Pasión y estamos en el Domingo de Resurrección. Cada cual habrá dedicado el largo puente según sus preferencias y/o posibilidades Los hay quienes han optado por viaje turístico, otros por quedarse sencillamente en casa, terceros por “vivirla” desde la Fe y tradición, también quienes han procurado conjugar diversas opciones. Como siempre, están los que por razones laborales diversas han estado a pie de cañón , los afectados por enfermedad y los afligidos por la muerte de un próximo.
Pero, como cada año, la devoción popular ha sido la principal protagonista participando en actos religiosos y en las tradicionales procesiones aún como espectadores. Las lluvias han impedido que algunas de estas se celebrasen, con gran pena para cofrades y habituales seguidores de ellas.
Mas lo esencial, según está escrito y se nos predica, es que Jesús resucitó y en Él y como Él , llegado el momento, resucitaremos todos para una nueva vida de gloria sin fin. Solo desde la cultivada Fe es posible la confiada Esperanza en tan insondable misterio.
Hay que tener una Fe roqueña para no desfallecer en el mar de dudas que, con frecuencia, nos invade y nos tienta para arrojar la toalla; mar que se embravece cuando ,en ejercicio de introspección, vemos nuestra poquedad y miserias humanas. “ El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra” y quien esto escribe no puede tirarla contra nadie, si bien podría empezar por lo que está más a mano: practicar la CARIDAD en prueba de AMOR a los demás.
Tentado estoy por borrar lo escrito. Sin guión ni pretensiones previas salieron de corrido estas reflexiones que, leídas, se me antojan a remedo de plática clerical. Pidiendo excusas por meterme en terreno ajeno , con mis tribulaciones y rubor a cuestas invito a gritar ¡ Aleluya, resucitó!
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