martes, 27 de marzo de 2012

LA UTILIDAD DE LA MONARQUÍA

 

Se ha publicado la noticia de que el Rey se reunió el martes de la pasada semana con 17 destacados empresarios y banqueros españoles, a los que lanzó el mensaje de que "arrimasen el hombro" para ayudar a remontar la gravísima situación económica y de paro en la que se encuentra España. Bien está el gesto, aunque nada nuevo aporta por cuanto de vez en cuando se han contado o filtrado, con mayor o menor detalle, los numerosos que ha efectuado en defensa de los intereses de España dado su prestigio y buenas relaciones internacionales.

Dicho lo anterior, creemos que la recomendación llega tarde aunque sea de agradecer y nada se pierde por el intento. Hubo tiempos en los que en D.Juan Carlos I confluían, mayoritariamente, autoridad moral y reconocimiento personal. Se era condescendiente con algunos chismorreos sobre deslices propios de su estirpe; pero, poco a poco, iban gustando menos ciertas amistades de, digamos, poderío económico, dando la impresión que él, tan poco dado a las clásicas camarillas cortesanas, iba cayendo en una red de intereses hasta convertirse en prisionero y rehén de los mismos.

Se durmió en los laureles a raíz de la intentona golpista, nunca aclarada, del 23-F; empezó a vivir con el rédito del prestigio adquirido-vendido por frenar el golpe, y paulatinamente dejó de utilizar su influencia, autoridad e incondicionales apoyos para que no crecieran las semillas de los males que hoy aquejan a España; de los cuales no son los económicos ni el paro los más peligrosos por graves que estos sean.

Nos hubiera gustado que, hace unos años y cuando su autoridad y prestigio eran incuestionables, al ver los primeros síntomas del descarrío de España, hubiera llamado a capítulo a los dirigentes políticos  más representativos, incluidos los nacionalistas, y señalarles la línea roja que no podía ser traspasada, so pena de apechugar  con las consecuencias.

Nos hubiera gustado que, en cuartillo aparte, hubiera leído la cartilla a PSOE y PP y señalado en qué asuntos debían marchar juntos.

Nos hubiera gustado que a banca, patronal y sindicatos, les hubiera dicho qué reglas del juego no se podían saltar.

Nos hubiera gustado que, en definitiva, hubiera dicho públicamente que o arrimamos todos el hombro, jugamos limpiamente o se rompe la baraja.

Si en su momento hubiera así actuado, otro gallo cantaría ahora. No hubiera implicado vulneración de principios democráticos, sino el recordatorio serio para que la Democracia no fuera prostituida ni la Constitución violada.

Lo hemos expresado con crudeza, pero él hubiera sabido guardar las reales formas. Solo precisaba escuchar prudentes y desinteresados consejos, apartarse de aduladores, vivir con modesta dignidad sin sombras de sospechas sobre su ejemplaridad y dar decidido paso adelante como el primero entre los españoles.

Monárquicos de convicción sostienen que la Institución tiene sentido hoy en razón de su utilidad. Se puede ser útil de muchas maneras y para cosas distintas. Si llegado el momento, no fuera útil la Monarquía para garantizar la unidad e integridad de España ¿ qué hacemos con ella?. Ojala sea útil y nos dure mucho.

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