jueves, 13 de septiembre de 2012

RELECTURA DEL TESTAMENTO DE FRANCO.

Consciente Franco de que la muerte se le estaba acercando aceleradamente, le dictó a su hija el testamento dirigido al pueblo español, transcribiéndose a continuación como recordatorio a olvidadizos y para quienes nunca lo escucharon o leyeron por si tuvieran interés o curiosidad en conocerlo:

«Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.

Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria.

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte,

"¡Arriba España! ¡Viva España!".

El próximo 20 de Noviembre hará treinta y siete años de su fallecimiento. El tiempo ha pasado rápido, los cambios han ido a velocidad de vértigo y de los postreros anhelos del General nada queda. No vamos a hacer una semblanza de él, numerosas se han efectuado cual corresponde a toda figura histórica. Que cada uno se quede con la que se sienta más identificado.

Algunos lectores se preguntarán ¿ por qué se saca a colación ahora lo del testamento?. La respuesta es: volved a leerlo si ya lo habéis hecho, reparad en los desvelos de un anciano que ya nada esperaba de la vida y sus recomendaciones de futuro. Luego, si os place, contrastadlo en qué ha desembocado lo que vino después y lo que, a la vista de lo actual, queda por finiquitar.

Si se juzga con desapasionamiento ideológico y decís querer y servir a España, coincidiréis en la clara visión que el viejo testador tenía sobre los nubarrones de futuro, debido a la experiencia vivida en una República empeñada en hacer imposible la convivencia.

Para prevenirlos, con recta intención lo dictó. Sabía que tras él, su sucesor a título de Rey tendría que pilotar la nave de modo diferente Han fallado los hombres que gestionaron, dirigieron y dirigen la "res publica". La Unidad de la Patria está en grave peligro.

Más de un lector pensará erróneamente que estamos contra la Democracia, sentimos defraudarles. Nos posicionamos en contra de su prostitución, de la actual pseudo democracia y de su aberrante deriva. Trasladamos al presente el orteguiano grito de desencanto por los entonces desmanes republicanos de su tiempo: "No es esto, no es esto".

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