Tarde histórica la de hoy. Por primera vez millones de personas, católicas o no, hemos podido ver por televisión la procesión de los cardenales que, en recogimiento interior, con caminar suave y cantando las letanías de los santos, dirigían sus pasos a la Capilla Sixtina en la que votarán para la elección del nuevo Papa.
Accedieron a ella, siguió el emocionante ritual ( invocación al Espíritu Santo y juramento), y una vez se pronunció el “ extra omnes ”, quedó cerrada la puerta de acceso. Dentro quedaron los electores, sobrecogidos por su alta responsabilidad, a solas con su conciencia y puesto su discernir en manos de Dios.
Nunca antes se pudieron presenciar en directo los actos inmediatamente previos al inicio del cónclave, que finalizará cuando salga la “ fumata bianca”, señal de la elección del sucesor de Pedro. A su espera, muchos aguardan en la plaza de San Pedro con el rosario en la mano, desde diversos rincones del orbe se hace otro tanto y los católicos en su conjunto ansían la llegada del que haya de ser el Santo Padre.
Los ojos estarán pendientes de la chimenea elevada en el Vaticano. Dicen los “vaticanólogos” que es muy posible que el primer humo sea el negro, y que el blanco aparezca tal vez mañana, el jueves o…a no tardar. No hay que impacientarse, la Capilla Sixtina está siendo sobrevolada por el Espíritu Santo que ya lo marcó con el dedo; lo que pasa es que no siempre se ve de inmediato la señal del designio divino, y hay que volver a otear.
Acertaron los entendidos, la primera " fumata" fue negra. Esperaremos a que salga la blanca para decir bienvenido al que será.
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