Toda la vida se ha inculcado que hay que ahorrar y ahora resulta que los prudentes ahorradores de Chipre, ven en peligro sus depósitos bancarios sobre los que sobrevuelan las intenciones de gravar los más bajos con un impuesto especial.
Ni más bajos ni más altos, no se debe penalizar lo que con honradez se ha guardado para atender posibles contingencias o asegurar un proyecto de futuro más o menos inmediato.
Nadie debe pagar culpas ajenas, máxime cuando los que las tienen han sido unos manirrotos, malos gestores o, simplemente, unos carotas de tomo y lomo resguardados en fortalezas de poder y decisión.
Los ahorros en los bancos son, entre otras, la fuente de financiación de préstamos, hacen que el dinero circule, se puedan abrir empresas, crear puestos de trabajo derivados de ellas,…; en definitiva: ayudar a que una nación prospere. Cuando ello no se produce que paguen los que han causado el estropicio y/o buscar otras fórmulas para repararlo; no ir a lo fácil, que es castigar al honesto y confiado ahorrador que no va en busca de paraísos fiscales.
Cuántas injusticias y atropellos se cometen desde la prepotencia de esos entes rapaces, llámense mundo de las finanzas, gobiernos o Eurogrupo . Y ¡ojo al parche!, que aquí tenemos a Montoro, cada vez más desabrido y montaraz.
Y... llaman a la tranquilidad, como para fiarse de tanto malandrín.
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