Tomando como punto de partida una de las acepciones que el DRAE recoge sobre la palabra cultura ( " Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico" ), se efectúan las siguientes reflexiones:
La titulación académica no implica necesariamente el ser una persona culta. Podrá avalar el tener conocimientos, más o menos amplios y acertados, sobre una o diversas materias; pero no acredita de por sí que la persona que la posee sea cultivada ni que aporte su saber para el enriquecimiento personal y el de la sociedad. La cultura requiere, aparte del conocimiento, ecuanimidad y capacidad para el razonamiento crítico-deductivo, que lleve a pensar por uno mismo, transmitiéndola didácticamente a los demás.
La cultura tiene una función social que se puede difundir desde diferentes estrados y en los círculos de relación, mediante el honesto mensaje intelectual. Es ajena a intransigentes dogmatismos y alienantes relativismos, debiendo aproximarse, desde la libertad, al conocimiento de la verdad sin férreos prejuicios que la enmascaren. Lo contrario conduce al fraudulento y demagógico dirigismo de ciudadanos y masas, siendo más perverso cuando los receptores son más fáciles de manipular en razón a la juvenil edad o por carecer de criterio propio.
No es más culto el que dice saber más. Generalmente la personas cultivadas no son dadas a presumir de sus conocimientos que, con la autoridad conferida por el estudio, la investigación y el cuidadoso análisis, ponen su granito de arena para que se vislumbre la luz en el confuso mundo donde reinan la oscuridad y las voces que obnubilan. A tales personas vale la pena leer y escuchar, lo contrario es filfa.
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