Los telediarios nos han mostrado la cara sanguinolenta bajo una cabeza rapada en la que se levantaba la cresta de un gallo que fue a por lana y salió trasquilado, quedando sin plumas y cacareando. Ocurrió anteayer en Madrid durante la manifestación convocada por colectivos vinculados al movimiento 15-M por las derivas, supuestamente corruptas, del caso Bárcenas.
Con el calor que hace, a quién se le ocurre y pretende que arda el asfalto madrileño en lugar de refrescarse con un gazpacho frío que apaga los ardores del estío, como hacen los indignados y la izquierda en Andalucía que dejan pasar lo de los EREs y otras mangancias socialistas, sentados a la sombra que les cobija. Pero, ya se sabe, van a piñón fijo contra todo lo que huela a derecha.
La manifestación, como cabía esperar, se saldó con incidentes ( desórdenes, daños, agresiones y resistencia a los agentes,...) y, claro, la policía tuvo que actuar. Lo hizo con la mesura y proporcionalidad adecuadas, aguantando carros y carretas; pero ya nos han presentado un nuevo icono: el rostro ensangrentado de un gallo con cresta. Y es que el rojizo color es muy escandaloso y llama la atención.
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