Los últimos datos sobre el accidente ferroviario en Santiago de Compostela hablan de setenta y ocho fallecidos, de los que cinco faltan por identificar y restos humanos, pendientes de estudio, que podrían pertenecer a alguno de los difuntos o alguna víctima mortal más. De los numerosos heridos, noventa y cuatro continúan hospitalizados, treinta y uno de ellos en estado crítico. La excelente labor policial científica y la forense siguen su curso, y los pacientes en permanente cuidado por los acreditados servicios médicos-sanitarios. Desde los primeros momentos la respuesta Institucional ha sido ejemplar, y el tratamiento informativo de los medios prudentemente comedido por lo general.
Habrá que esperar a que concluya la investigación y las pericias técnicas para conocer la/s causa/s del accidente, a la/s que no escapa, en principio, un exceso de velocidad por parte del maquinista. En cualquier caso, no queda en entredicho la excelente reputación de la industria de los ferrocarriles españoles, puntera mundial en investigación, desarrollo, innovación e infraestructuras.
Esta tragedia ha hecho despertar a España de su pesimista letargo, obviando disensiones y aparcando el cainismo para sacar a la luz la grandeza de toda una Nación unida por el dolor y la solidaridad con las víctimas. Desde el Rey abajo- Instituciones, partidos políticos, colectivos y personas que los integran, profesionales de diversos campos y el pueblo llano en su conjunto- han dado y siguen evidenciando pruebas de ello que sirven para enorgullecernos y proclamarlo a los cuatro vientos. Conocidos son los comportamientos heroicos de los vecinos próximos al lugar de los hechos, que fueron los primeros en acudir para prestar auxilio menospreciando peligros, como la avalancha de donantes voluntarios de sangre.
También caben destacar las muestras de condolencia de personalidades de todo el mundo, no faltando las oraciones del Santo Padre desde Río de Janeiro ni el sentido doblar de campanas desde puntos distintos del orbe católico. España y las familias de las víctimas son acompañadas en su profundo dolor.
En las desgracias suele emerger lo mejor que el ser lleva en su interior y, esta vez, el solar patrio se ha enseñoreado con las virtudes más nobles que lo caracterizan. Se han decretado días de luto oficial, ondean las banderas a media asta, se colocan crespones negros y se ciñen lazos del mismo color en señal de duelo. Se elevan oraciones, se guardan minutos de silencio, se encienden velas y se depositan flores en memoria de los fallecidos a los que, en palabras del Arzobispo compostelano, Monseñor Julián Barrio, " El Apóstol Santiago les habrá acompañado al Pórtico de la Gloria".
Con esta tragedia se ha demostrado que los ciudadanos, la gente del pueblo, tiene mucha grandeza y le ha dado una lección de verdadero poder a los políticos.
ResponderEliminarY espero que esta imagen de una España unida no se esfume cuando se aleje en el tiempo la tragedia,ojalá calara ese espíritu.
Es la misma España capaz de despellejar al vecino en el día a día, según religión, signo político, orientación sexual,... y al mismo tiempo rescatarlo de las llamas en medio de la más brutal catástrofe. Creo que la imagen que ha corrido como la pólvora en todo el mundo es la auténtica imagen de España, y no la que todos los días sufrimos desgraciadamente, la "otra" España, la que contaminan esos políticos que se dicen españoles,...anclados en las rencillas de la España de postguerra, añejos principios políticos faltos de valores. Me quedo con la auténtica, con la que quizá creíamos perdida y con la que con estos gestos de solidaridad esperemos avive ese sentimiento de que a España sólo la podemos rescatar los españoles de verdad.
ResponderEliminarEs muy triste y doloroso que tengan que ocurrir tragedias como la de Galicia, para despertar a la España que tod@s sabemos que aunque dormida, estaba ahí.
ResponderEliminarHemos comprobado una vez más, como el verdadero espíritu de las personas de bien, sigue muy vivo y siempre dispuesto a tender una mano a quien lo necesita. De los políticos ni voy a comentar, no haría más que empañar tanta solidaridad y amor hacia el prójimo.
Mis más sinceras condolencias no sólo a los familiares y amig@s de las víctimas, si no también y con todo mi cariño, a España entera y a todas las personas de bien, que una vez más, han escrito una página en éste país con sus corazones; yo también soy Galicia.
D.E.P.