lunes, 4 de noviembre de 2013

BANDERÍAS Y SECESIONISMO.

 

El peligro de la descomposición de España se ha fraguado internamente por banderías políticas y deseos de emanciparse del conjunto enriquecedor, vario y unido que se forjó a través de los siglos. Nada nuevo en nuestra historia, acabando siempre fallidos los sucesivos intentos secesionistas. La fuerza de la Ley, avalada por la razón histórica y el mayoritario sentir del pueblo español, desbarató siempre los alocados propósitos.

Tal peligro, auspiciado por nacionalismos localistas, es ahora más desafiante en Cataluña; pero, según una reciente encuesta, remitiría si les fuera ofrecida una opción de " nuevo encaje territorial y mayor autonomía". O sea, por pedir más, que no quede y, por supuesto, más dinero. Conocedores de los riesgos evidentes de una declaración unilateral de independencia, que no se toleraría, y que, por otra parte, les llevaría a salir de la UE, optarían por el mercadeo que les llevase a ser independientes, sin serlo formalmente, a condicionar en favor de sus intereses la política estatal, y a gozar aún más de la privilegiada situación sobre las restantes autonomías que no se resignarían a la desigualdad de ser menos.

No extraña la insaciabilidad nacionalista y, por otra parte, preocupa el que haya algunas connivencias en ese imaginario de ingeniería constitucional y política, bien por convicción o como mal menor. El nacionalismo secesionista es un sentimiento, que no pasaría de romántico si no fuera totalitario y excluyente, y no tuviera la condescendencia de cierto frentismo político que considera a España y su unidad como una entelequia caduca; pero es una realidad a preservar, pese a los problemas que la inquietan.

Se deben respetar los sentimientos, mas no a costa de dividir la Nación más vieja de Europa. Si ello sucediera, nadie ganaría y todos perderíamos. Mejor nos iría si las fuerzas que se malgastan en la confrontación, se aunasen para tirar del carro común. España, en su envidiable diversidad, las tiene de sobras; pero algunos, por motivos diferentes, no están por la labor. El juicio de la historia no les será benévolo.

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