El problema no reside en el número de protagonistas del desorden callejero , sino los que están detrás de ellas poniendo en marcha la maquinaria de la agitación y los que la utilizan para intentar sacar rédito político a su favor. Es el viejo y conocido aparato de "agit prop" que magistral y tradicionalmente ha sabido utilizar la izquierda, y con mayor acierto si se trata de la extrema.
Cualquier pretexto, justificado o no, es válido para el desmán, el amedrentamiento y la coacción, sea en la vía pública o en lugares cerrados. Van precedidos de consignas y frases hechas que, a fuerza de ser repetidas, se amplifican y calan en sectores de la población; con independencia de la falsedad que encierran.
Cuando se producen tales acciones antidemocráticas, que en ocasiones devienen en auténtica barbarie, suelen alzarse voces para decir que son aisladas y llevadas a cabo por incontrolados que no representan el sentir general de determinada protesta o reivindicación, ni el de quienes las dirigen y sustentan, desvinculándose de aquéllas y de los que las ejecutan; pero nada hicieron por evitarlo ni denunciarlos. Lo propio ocurre cuando el salvajismo, la intimidación y la ofensa corren a cargo de las fuerzas de choque secesionistas.
En ese submundo del llamado radicalismo anti sistema, conformado por tribus distintas, se recluta el manipulable fanatismo nihilista; siempre dispuesto a la permanente contestación y la algarada. En su germinación y expansión tuvieron, y tienen, destacada influencia las ideologías de izquierda inculcadas desde la docencia. Desde hace años, en ciertos centros de enseñanza de todos los niveles, algunos profesores han sido los encargados de sembrar la semilla, y en esa labor de "comecocos" se continúa.
Ya va siendo hora de contrarrestar esa influencia.¿Para qué están los remunerados asesores. Sobran derechos y falta exigir responsabilidades, castigando los actos que van contra la ley.
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