¿ Qué tendrá la Justicia para que los políticos quieran meterle mano ?, o ¿ qué ocurre en el seno de los partidos para querer tenerla controlada?. Pues que se busca el trato de favor cuando en ella se dirimen asuntos que los implican o comprometen. De ahí, las componendas consensuadas para el nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, uno de cuyos cometidos es designar a los que se encargarán de instruir y enjuiciar los procedimientos judiciales, entre los cuales hay asuntos especialmente" delicados". Si en principio vinieran mal dadas porque algunos jueces, desde su rectitud e independencia, no se avienen a chalaneos, ya habrán instancias superiores para enmendarles la plana.
Éste y no otro es el meollo de la cuestión, por muchas explicaciones que se quieran dar invocando que la Justicia emana del pueblo y que éste expresa su voluntad concretada en la pluralidad política resultante de las urnas. El sistema de elección más adecuado sería el hacer recaer en los jueces el nombramiento de los componentes del CGPJ, pero no interesa por lo dicho. Daría lugar a menos arbitrariedades y no se generarían tantas suspicacias, muchas justificadas, sobre la imparcialidad judicial.
Si a ello se añade el coladero de los " juristas de reconocido prestigio", es para echarse las manos a la cabeza cuando se ve el currículum de algunos; devaluándose el concepto de jurista, maestro afamado en una o varias ramas del derecho, y midiéndose el prestigio por la docilidad al color proponente.
En fin, una vez más, los principales partidos, PP y PSOE, han metido el cucharón hasta el mango en la cocina parlamentaria. La cuestión es tratar de salir lo menos salpicados posibles de los muchos charcos en que se han metido. Otra promesa electoral, sin coste económico, al garete y connivencias sangrantes para lo que está sucediendo y lo que queda por ver.
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