Las teorías conspiranoides y negacionistas parece
que están de moda. Siempre las ha habido, pero últimamente circulan
excesivamente. ¿ Se debe tal incremento a una predisposición para no aceptar la
realidad que no gusta, huir de ella, a no encontrar una explicación racional
sobre lo que se ignora, a un plan deliberado y contagioso de intoxicacion, o es
que el Covi-19 ha hecho mella en determinadas mentes ? Los sociólogos,
psiquiatras y psicólogos tal vez puedan dar la respuesta adecuada, descifrando
lo que subyace en tan descabellas teorías, que surgen y fomentan más cuando los
mensajes que se reciben, acerca de cualquier hecho histórico o acaecidos
presentes o próximos, son contradictorios, originando con ello confusión y mayor
o menor credulidad o indiferencia.
Lo expuesto no empece para admitir la posibilidad
de que determinadas confabulaciones orquestadas influyen en el pensamiento y
devenir de la vida, mas no basta con sospecharlo, sino que hay que evidenciarlo
con la relación causa-efecto. Hay gente a la que le gusta el esoterismo y la
atracción irrefrenable por el misterio, en vez de ir a la búsqueda de la verdad
o admitirla cuando es patente. Con ellos no vale la pena polemizar; si acaso
responderles con el dicho: “ Quédate con tu verdad, que yo me guardo la mía “,
ya que “ sobre gustos no hay nada escrito “. Para resolver las dudas que
atenazan al hombre, hay que recurrir al ponderado discernimiento y a la opinión
de los que saben realmente de lo que hablan y escriben, huyendo de conspiranoias
y negacionismos sin fundamento.
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